VIAJE A ALUMINE – PATAGONIA ARGENTINA
Les quiero contar acerca de un viaje que hice con mi padre por una parte de la Patagonia, Argentina, en nuestro auto, en un mes de marzo. Fue algo que surgió por parte de él, que como todo padre quiere ayudar a su hijo (yo), que en aquel momento estaba en una encrucijada de que hacer en cuanto a lo laboral en mi vida.
Tuvimos la suerte de que nos llegara el comentario de que la Municipalidad de Aluminé, un pueblo de no más de 3000 habitantes, ubicado en la provincia de Neuquén (donde se encuentran los conocidos poblados de montaña de San Martin de Los Andes, Junín de Los Andes y Villa La Angostura) y sobre la cordillera de Los Andes, vendiera terrenos a precios muy económicos con la premisa de que se hicieran y llevaran adelante emprendimientos turísticos para aumentar la cantidad de camas hoteleras del lugar y poder así albergar más turistas.
A todo esto, nosotros vivíamos en Buenos Aires, que siendo la capital del país no tiene absolutamente nada que ver con el resto del territorio nacional. “Baires” o “CABA” (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) como se le dice habitualmente es un país dentro de otro, que es la República Argentina, si alguna vez tienen la suerte de venir hacia estas latitudes de América del Sur y pasan algunas noches en la capital de mi país y luego siguen viaje a cualquier ciudad/pueblo o localidad de los muchos que tienen para elegir por acá, se acordarán de las palabras de este humilde argentino.
Desde la parte edilicia hasta la forma de ser de sus habitantes, escucharán diferentes acentos, disfrutarán de climas de todo tipo y ni hablar de los sabores y las comidas de cada lugar, !! uff !! se me hace agua la boca de solo pensar en la centolla de Ushuaia, del cordero patagónico “a la cruz”, el “asado de tira” de la zona centro o de la empanada (en todas sus versiones) del Norte Argentino, ah, y no cometamos el pecado de olvidarnos del vino “Malbec” de Mendoza o del “Torrontes” de Salta para humedecer nuestra imaginación gastronómica, sumando eso al sentido del humor de cada región les puedo asegurar que será un viaje de los más lindos que hagan en su vida.
Pero no nos desviemos y volvamos al relato del viaje que me llevó a escribir estas líneas: mi viaje. Cómo les decía: salimos de Buenos Aires con destino a Neuquén, de camino teníamos a la provincia de La Pampa y su mítica “ruta del desierto” de por medio. Un tramo absolutamente recto, de 200 km de extensión donde al costado de la misma hay carteles que rezan “NO DORMIRSE” “MANTENGASE DESPIERTO” “SI ESTA CANSADO NO SIGA, CAMINO RECTO Y PELIGROSO”, como para que se den una idea de cómo comenzaba esta aventura. Yo mayormente había manejado en ciudad, y algo en ruta, pero nunca en una travesía como esta, ¿y qué pasó?, mi padre me pidió que manejara yo, que él esta vez quería ser copiloto y disfrutar del paisaje como nunca lo había hecho en su vida, jajaja, ni se me pasó por la cabeza el negarme, al contrario, frenamos y cambiamos de lugar, cosa que se mantendría casi durante todo el viaje que duró unos 12 días..., pero yo no me daría cuenta de esto hasta no volver a mi casa.
Habiendo atravesado la Ruta del Desierto por la tarde, y ya con el sol cayendo delante de la trompa de nuestro auto logramos cruzar la provincia de La Pampa e ingresar a la zona norte de la provincia de Río Negro, donde encontramos un pequeño hotelito al costado de la ruta con una cocina casera para “chuparse los dedos”, el plato del día (de la noche en realidad) fue milanesa con papas fritas, !!! que rico por favor !!!,.., luego de cenar nos fuimos a descansar para estar con energía para el día siguiente donde teníamos pensado llegar a Neuquén capital (que se encontraba a 300 km de distancia de nuestro objetivo principal que era Aluminé).
Amaneció, bastante fresca esa mañana, y fuimos a desayunar al comedor del hotel donde habíamos comido tan bien la noche anterior. Tanto las infusiones, como el pan y los dulces eran 100% caseros, tan o más ricos que la cena.
Volvimos a subirnos al auto y emprendimos el segundo día de viaje donde pretendíamos llegar a Nequén Capital. Después de hacer varios kilómetros por zonas de cultivos de manzanas verdes y rojas, llamada esta región “Alto Valle de Río Negro”, llegamos a la ciudad de General Roca donde compramos algunos víveres y cargamos combustible, pero a medida que atravesábamos el pueblo nos gustaba más al punto de arrepentirnos de no tener el tiempo de quedarnos una o dos noches allí. Luego, y en conexión directa por la ruta desde Roca llegaríamos a Neuquén Capital donde nos dirigimos al Edificio Municipal para constatar los horarios de atención en el pueblo de Aluminé, cosa que nos puso en alerta ya que atendían hasta las 15:00 horas y en ese momento eran las 11:30 A.M., !! pero estábamos a casi 300 km de distancia aún!...
Sin perder más tiempo (en este caso mi papá al volante) salimos disparados hacia Aluminé. Los primeros 150 kms fueron en el llano y nos depositaron en la localidad de Zapala, pueblo petrolero de la provincia, a partir de allí faltaban casi 150 kms más, pero de camino de montaña.
Cambiamos nuevamente el lugar en el auto y seguí yo al volante. Solo me acuerdo que además del paisaje imponente que se veía en cada curva y contra curva que teníamos al seguir el lecho del río que estaba abajo y al costado nuestro, mi padre me decía “para frenar usá los cambios y no el freno, solo peinalo si es necesario”, yo no sabía que en la montaña cuando usas mucho el freno se calientan los discos y dejan de cumplir su función. Así que entre sensaciones de paisajes espectaculares y de piloto de rally llegamos al tan mencionado pueblo de Aluminé, y lo hicimos a las 14:30 hs así que tuvimos 30 minutos para acercarnos a la oficina gubernamental correspondiente y averiguar sobre los terrenos. Cosa que fue sencilla y además nos permitió ir a recorrer ese mismo día los lugares que se dispondrían para tal fin: uno más lindo que el otro.
Y no solo el pueblo de Aluminé, donde todo el mundo vive tranquilo, con la puerta sin llave, dejando la bicicleta en la vereda o en la puerta de la escuela en el caso de los más pequeños, sino también una pequeña villa de montaña, casi pre-cordillera de Los Andes, a 50 kms de allí que se llama “Villa Pehuenia” (los Pehuenes son los árboles insignia de esa zona de la Patagonia cordillerana) que se encuentra luego de pasar un conjunto de lagos, uno más maravilloso que el anterior. En los pequeños restaurantes y fondas de Villa Pehuenia pueden degustar la crema de piñón, que les aseguro es algo tan rico y tan artesanal que van a pedir que les traigan más (junto con el pan) antes que el plato principal.
Al cabo de 3 días en Aluminé seguimos viaje pero en sentido sur, es decir hacia Junín de los Andes. Es un camino de montaña, bastante accidentado, donde no recomiendo ir en un vehículo que no sea alto porque van a demorar bastante (en el caso de que no les guste ir despacio). Nos alojamos en una hostería frente a la plaza principal, muy cómoda y tranquila. Salimos a caminar y nos llevamos la sorpresa que desde cualquier parte del pueblo para donde miráramos nos vigilaba a la distancia muy serio y callado el volcán Lanin, que se encuentra en el Parque Nacional del mismo nombre y rodeado del lago Huechulafquen.
Hacia allí nos dirigimos por caminos de ripio al día siguiente, y de verdad que es una experiencia super recomendable, la paz, los paisajes con sol, lago, picos nevados, pero a la vez en manga corta por el calor, que nos encontramos allí fueron suficientes para llenarnos el alma nuevamente. Regresamos por la tarde/noche a nuestra hostería a cenar y a dormir.
Al día siguiente nos fuimos de Junín de los Andes con destino San Martín de los Andes y San Carlos de Bariloche, muy emocionados por lo visto hasta ahora y por lo que se venía.
Andábamos por la ruta cuando habiendo recorrido casi 100 km mi padre se da cuenta que se olvidó su radio (la que usa debajo de la almohada para dormir) en la hostería de Junín!! no te lo puedo creer !! y desde ya no podíamos dejarla (yo la hubiera dejado sin problemas jaja) así que regresamos y efectivamente el dueño del lugar la había encontrado y se la había guardado a mi padre por si regresaba algún día por ella. Ese gesto de “don de gente” es oro en polvo en los días que corren, y por eso les decía al inicio de mis relato que Buenos Aires y el resto de Argentina son un país dentro de otro y nada que ver tienen uno con otro.
Regresamos a la ruta e hicimos los 150 kms hasta llegar a San Martín de los Andes, villa de montaña muy conocida por aquí por su centro de esquí alpino llamado Cerro Chapelco y por poseer aeropuerto propio para vuelos regulares. Paramos a almorzar trucha frente al lago Lacar, que bordea las costas del pueblo, nos tomamos un rico café y continuamos hacia Bariloche por la Ruta 40 (ruta que une la Argentina de Norte a Sur bordeando la cordillera) para recorrer los casi 200 kms que nos quedaban hasta nuestro destino. Antes de llegar pasamos por Villa La Angostura con su calle céntrica que es la misma ruta, muy pintoresca por cierto y con sus alojamientos y negocios de muy alto nivel (allí veranean varios ex presidentes e incluso tiene casa la reina Máxima de Holanda).
Muy lejana de todo ese glamur, nuestra no tan ostentosa pero muy feliz realidad llegaba a San Carlos de Bariloche. Esta ciudad que tantos recuerdos le trajo a mi padre ya que su luna de miel había sido aquí, ciudad que yo ya conocía también, donde tenía y tengo amigos que huyeron del ruido de la capital para instalarse en este punto tan atractivo de la Patagonia Argentina para cambiar su ritmo de vida.
Recorrimos su avenida costanera flanqueada por el inmenso lago Nahuel Huapi (une las provincias de Río Negro y Neuquén) que va desde una punta a la otra del casco urbano y en sus últimos 20 kms, la zona llamada “los kilómetros” tiene varios complejos hoteleros y cabañas. Allí nos quedamos y alojamos unos 3 días más para recorrer lagos, montañas, valles y comprar algunos chocolates que son tan exquisitos por estos lados. Estuvimos muy cerca de la fecha de Semana Santa donde en la ciudad se hace “la barra de chocolate más larga del mundo” que tiene aproximadamente 300 mts y se cocina a lo largo de la Avenida Mitre, que es la calle comercial principal en la ciudad.
Ya era hora de pegar la vuelta a casa, la familia y el trabajo nos esperaban nuevamente. Así que dimos arranque al auto, pusimos primera y emprendimos el regreso hacia Buenos Aires, luego de varios días de estar recorriendo la Patagonia Argentina como padre e hijo, momentos que compartimos, lugares nuevos que conocimos y otros que ya conocíamos pero que siempre inspiran ganas de volver. Doy gracias de poder haber realizado este viaje con mi papá en ese momento de nuestras vidas, hoy ya no lo tengo conmigo físicamente, pero esos recuerdos de ese viaje y sus condimentos son algo que no tienen valor calculable.
Viajen si tienen ganas y desean hacerlo, creen experiencias fuera de lo común, disfruten de todos los lugares que puedan junto con las personas que quieren y los quieren.
¡¡Aquí los esperamos!!
¿NECESITAS MÁS
INSPIRACIÓN?
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore magna aliqua.
Trekking Torres del Paine.
Esta es la tierra donde se unen desiertos, glaciares, enormes y extensas cordilleras, lagos, océanos; hielo y arena, frío y calor, todos los extremos son válidos y tienen vida en el continente americano.
Perito Moreno, y el futuro de los glaciares.
Esta es la tierra donde se unen desiertos, glaciares, enormes y extensas cordilleras, lagos, océanos; hielo y arena, frío y calor, todos los extremos son válidos y tienen vida en el continente americano.
Uzbekistán, la Ruta de la Seda.
Cuando nos planteamos realizar un viaje por la zona de la antigua Ruta de la Seda, habitualmente nos dejamos llevar por los sueños que hemos ido acumulando con el paso de los años tras leer libros, novelas o escuchar las numerosas historias y leyendas sobre esta milenaria ruta.
Después de nuestra última visita a esta zona central de la Ruta de la Seda, estamos todavía más convencidos de que un viaje a este lugar hay que plantearlo como solían hacerlo los antiguos mercaderes, filósofos, ejércitos y viajeros de aquellos tiempos.