Viaje Mozambique: el Gorongosa National Park.
Situado en el corazón de Mozambique, se encuentra uno de los Parques Naturales más bellos que puedes visitar en África. Con sus 4.000 kilómetros cuadrados y una historia marcada por la sangrienta guerra civil que tuvo lugar en el país.
Los que me conocéis, sabéis que viajar no sólo es mi trabajo, sino mi pasión. Una pasión que me lleva, año tras año, a visitar nuevos lugares para poder, más tarde, acercarlos a todos vosotros con nuevas rutas.
En esta ocasión, mis anhelos de aventura me llevaron hasta Mozambique. En realidad fue una ruta algo más larga y que contó con varios países, pero en próximos artículos ya iremos desgranando todo lo visitado y vivido.
Hoy quiero centrarme en uno de los parques más bellos que jamás he visitado. Se trata del P.N. de Gorongosa, en el corazón de Mozambique.
Tras pasar unos días de descanso entre Tofo y Vilankulos y visitar el archipiélago de Bazzaruto, recogí mis trastos para dirigirme hasta Gorongosa. Se iba a tratar de una jornada relativamente corta, pues la distancia no es más de 260 km y por el momento, el mayor problema que había encontrado en la carretera habían sido los controles de velocidad de la policía local, que además, parecían tener cierta predilección por los coches con matrícula Sudafricana, como era mi caso.
Pero como la experiencia en este continente pesa, decidí salir bien temprano, no fuera a ser que la carretera me deparase alguna sorpresa, y vaya si fue así.
Ya me habían comentado el pésimo estado de las vías Mozambiqueñas, pero las carreteras que había utilizado hasta el momento no estaban tan mal. Ingenuo de mi.
La carretera no era mala, sino la peor carretera por la que jamás he conducido. Se trataba de un pedazo de asfalto repleto de un sinfín de agujeros revienta ruedas, que hacían que no pudieras conducir ni 5 minutos en línea recta. De hecho, hubo algún instante en el que pensé que sería imposible llegar, en una sola jornada, hasta el parque. Pero armado de paciencia y suplicando no pinchar, conseguí llegar hasta las puertas de Gorongosa justo antes que cerrasen el acceso.
Cuando vi el cartel no me lo podía creer, había llegado, estaba por fin en uno de los lugares que siempre había querido visitar. Para todos los que amamos la naturaleza y especialmente África, Gorongosa es un lugar mítico.
Afectado, durante largo tiempo, por la Guerra civil que azotó al país tras la Independencia de éste (1977 – 1992), la fauna de este parque Mozambiqueño llegó al borde de la extinción. El que años atrás había sido un edén, y uno de los espacios naturales con mayor densidad de vida salvaje de toda África, se había quedado prácticamente sin animales.
No sería hasta 2008 y por iniciativa de un benefactor, quien aportó capital privado, y tras una alianza con el gobierno de Mozambique, que se iniciaron los trabajos de recuperación de este hábitat. Una zona de 4.000 km² que había quedado totalmente devastada por una de las guerras más largas y con menos difusión del continente africano. El parque se encuentra ahora en un renacer, y es uno de los lugares más puros para observar la fauna africana.
Las dos noches que pasé en Gorongosa fueron una sorpresa tras otra. Su vegetación y paisajes me resultaron asombrosos. Llegué quizás en mal momento, en una época en la cual el parque está prácticamente cerrado debido a las lluvias, pero eso me dio la oportunidad de conocer un ecosistema totalmente distinto al que me esperaba.
No había ni un solo turista, sólo un grupo de biólogos de Estados Unidos que pasaban una temporada conociendo y ayudando a censar la vida salvaje y la flora del parque. Un trabajo increíble que tuve la oportunidad de conocer gracias a uno de los biólogos residentes.
Las instalaciones de investigación de las que dispone Gorongosa son realmente impresionantes y el trabajo de censado me dejó alucinado. En realidad, el proyecto de recuperación del parque implica mucho más que devolver la vida a esta área, supone la implicación de la población local, de las comunidades que se encuentran en los alrededores y una oportunidad educacional para los jóvenes del país, creando becas y proporcionando estudios en biología.
Tras los 260 km de agujeros de ese día, me sentía realmente agotado, así que una cena rápida fue suficiente y preferí ir a dormir temprano, pues al día siguiente me esperaba una jornada completa de safari por el parque y la oportunidad de hacer realidad uno de mis sueños, sobrevolar en avioneta las tierras del Gorongosa.
A las 5 de la mañana ya estaba a punto para subirme al 4×4 que Gorongosa pone a disposición de todos los visitantes, para realizar mi primer Game Drive. Debido a los problemas de la Guerra, a la caza furtiva, y al poco turismo del parque, el comportamiento de los animales en esta zona es algo más desconfiado de lo que estamos acostumbrados. Por lo que el parque tomó la decisión, hace muy poco, de no permitir los self-drive y que todo visitante realizara los safaris con vehículo y conductor autorizado del parque.
El conductor que me acompañaría durante todo el día sería un zimbabuense que había viajado por media África Oriental trabajando como guía-conductor en safaris y gran conocedor del comportamiento de los animales, un lujo. El primer contacto con el parque fue inesperado, había tanta vegetación y tan densa que me hacía presagiar que sería difícil ver según qué animales. Pero de repente el parque se abre en una inmensa extensión cubierta en gran parte de agua a causa de las lluvias. El paisaje ante mí era simplemente espectacular, y allí, bajo un árbol, nos esperaba una barca a motor para realizar un safari por la zona inundada. (En temporada seca esta zona es ideal para observar animales, desde antílopes, a elefantes y leones, ya que es ideal para la caza).
Era un entorno que no dejaba de recordarme a las extensiones de agua formadas por la desembocadura del Okavango y que forman ese delta interior tan extraordinario. Hipopótamos, Cocodrilos, aves de todo tipo, y antílopes me acompañaron durante esa tranquila travesía en la que, además, pude disfrutar de una taza de café y unas galletitas de mantequilla navegando entre acacias amarillas de las que solo emergían sus copas. Fue extraordinario.
Pero el día seguía, y tras regresar a tierra firme, recorrimos las pocas pistas por las que se podía circular sin riesgo a quedarnos totalmente atrapados en el fango, y allí, de repente, sin esperarlo… ELEFANTES.
Gorongosa tiene una magia especial, esa que proporciona la oportunidad de ver animales prácticamente sin presencia humana y observar sus reacciones, aún temerosos por todos esos años de conflicto.
Ahora sí que estaba feliz y no podía dejar de mirarlos. Pero mi driver me recordó que había que volver y coger fuerzas, pues me esperaba uno de los momentos más increíbles que he vivido en mis viajes, sobrevolar Gorongosa en avioneta.
Al regresar a la zona del headquarter, tuve la oportunidad de conocer a Vasco, el director del Parque y hablar detenidamente con él sobre el proyecto, el pasado y el futuro del parque, así como todas las esperanzas depositadas en su recuperación. Fue una charla muy interesante y le agradezco profundamente todo el tiempo que me dedicó para acercarme a su realidad y hacerme sentir una admiración incondicional por lo que allí se está llevando a cabo.
Pero por fin… mi hora soñada. La pista de aterrizaje se encuentra justo al lado de las instalaciones del headquarter / lodge / zona de acampada. Se trata de una pista abierta en mitad de la vegetación donde tienen un pequeño hangar con una avioneta, unos ultraligeros y un helicóptero que de vez en cuando, y sólo en temporada alta, se puede alquilar para surcar los cielos del Gorongosa.
No tengo palabras para describir lo que sentí, sobrevolar esas tierras, a una distancia tan corta del suelo, ver las zonas inundadas, el bosque, las llanuras donde las manadas de waterbucks parecían infinitas, elefantes, las montañas… Ni en los mejores documentales, no hay nada como vivirlo. Hasta el sonido de los motores acompañaba esa escena idílica.
El día había sido realmente extraordinario, no se podía pedir más, bueno sí, algún leopardo… pero este animal se me escabulle siempre, aunque Gorongosa es un lugar complicado para verlos, de hecho durante mis dos noches allí me aseguraron que no tenían constancia de existencia de leopardos. Su reintroducción había sido muy complicada y fallida.
Pero… a la semana de estar en casa, Vasco me escribió anunciando emocionado que habían visto un leopardo muy cerca del headquarter. Increíble, se me volvió a escapar, pero parece que van por el buen camino. Aunque siguen habiendo muchos condicionantes… si las guerras lo permiten, si el gobierno sigue apoyando, si la ayuda privada no cesa, si los furtivos no lo hacen añicos, si la población local se involucra, si no se pierde la esperanza, si sigue habiendo gente como Vasco y su equipo que ponen toda su profesionalidad al servicio de la naturaleza, quizás lo consigan, y Gorongosa vuelva a ser, por fin, ese antiguo edén africano.
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