El Templo Dorado. El corazón espiritual de los Sikhs

Existen lugares que despiertan el alma. Que no sabes por qué, pero están envueltos por un halo de espiritualidad que, aunque no seas creyente de ninguna fe religiosa, o que seas un agnóstico declarado, te inunda y te atrapa. Eso es lo que pasa en el Templo Dorado, uno de los santuarios más impresionantes y espiritualmente más significativos del mundo.

Conocido también como Harmandir Sahib, es el epicentro de la fe y la cultura de los sikhs, una de las religiones más jóvenes y menos comprendidas del mundo.

Situado en el noreste de la india, en la vibrante ciudad de Amritsar forma parte de nuestras rutas desde hace muchísimo tiempo, y para BlackPepper es un lugar tan especial, que incluso los viajes más cortos que tenemos por el norte del país incluyen una visita a él.

Qué es el Sikhismo. Cuál es su origen y por qué surge.

Fundado en el siglo XV por Gurú Nanak, surgió como una respuesta tanto al sistema de castas del hinduismo como a las jerarquías del islam en el subcontinente indio. Era un momento tanto histórico como social de grandes tensiones y cambios, especialmente por lo que se refiere a la región del Punjab, donde confluían diversas influencias religiosas, políticas y culturales.

Expansión del islam
En el s. XV gran parte del norte de la India se encontraba bajo el dominio del Sultanato de Delhi, pero a inicios del s. XVI, se consolidaría el imperio mogol, llevando consigo una expansión del islam en regiones tradicionalmente hindúes. La aplicación de políticas religiosas, como la imposición del jizya, un impuesto sobre los no musulmanes, o las conversiones forzadas, incrementaron el malestar entre esta comunidad.

La Rigidez del sistema de castas
Tanto el sistema de castas del hinduismo, que imposibilitaba la movilidad social y marginaba a las castas más bajas, como las jerarquías del islam que hacían que en muchos casos la conversión no mejoraba significativamente la posición social, agravaba una sensación de resentimiento.  

Movimientos monoteístas
A finales de la Edad media, tanto el Hinduismo como el islam sufrieron de movimientos de reforma que buscaban una relación más personal y directa con lo divino. Es así como nace el movimiento Bhakti, que promovía la devoción a un dios personal y accesible, y alentaba la igualdad entre los seres humanos y una forma espiritual más inclusiva.
En cuanto al islam, el sufismo se erguía con su enfoque místico, poniendo énfasis en la experiencia directa de Dios, predicaban la paz, el amor y la unidad espiritual, creando un espacio de diálogo y convivencia.

Guru Nanak, el fundador del Sijismo
Es en ese contexto que, en 1469, nace Guru Nanak. Desde joven se sintió desconectado de las prácticas religiosas tradicionales del hinduismo y del islam, y buscó una forma de espiritualidad que trascendiera las divisiones religiosas. Tras una experiencia mística en la que declaró haber tenido un encuentro directo con Dios, comenzó a predicar una nueva visión del mundo basada en la igualdad, la justicia social y la devoción sincera a un único Dios.
Rechazó el sistema de castas, impulsó un camino basado en la unidad de la humanidad, el rechazo a las divisiones impuestas por la religión o el estatus social enfatizó la importancia de las acciones desinteresadas, la SEVA, y la igualdad entre hombres y mujeres además del servicio a los demás como el verdadero acto de devoción a Dios.

Es así como nace es sijismo, como una fe espiritual, pero sobre todo como un movimiento social de resistencia frente a la opresión y a la injusticia.

Esta fe monoteísta, que cuenta con más de 25 millones de seguidores en todo el mundo. Y una de las características más visibles de los sikhs es su identidad única, simbolizada por los "cinco artículos de fe" o "Cinco K's", que incluyen el cabello sin cortar (kesh), un peine de madera (kangha), una pulsera de acero (kara), ropa interior específica (kachera) y un pequeño cuchillo ceremonial (kirpan). Estos elementos no son solo símbolos, sino una representación de los valores esenciales de la autodisciplina, la pureza y el compromiso con la justicia.

El Templo Dorado.

Orígenes del Santuario Sagrado
Fundado por el cuarto gurú sij, Guru Ram Das, en el s. XVI, fue finalizado hacia el 1604 por su sucesor, Guru Arja Dev. Para los Sijs, el Templo Dorado no es solo un lugar de culto. Es mucho más que eso. Ubicado en medio de un sereno estanque conocido como "Amrit Sarovar", que da nombre a la ciudad, el templo invita a personas de todas las religiones, castas y géneros a sumergirse en el agua purificadora y participar en su atmósfera espiritual, siendo así, un lugar de culto e inclusión.

Un paseo a la humildad y a la espiritualidad
Amritsar es como muchas ciudades indias, con calles bulliciosas y con el sonido constante del tráfico y el murmullo de los comerciantes. Pero a medida que te acercas al Templo Dorado, todo parece enmudecer. A lo lejos, los destellos dorados del templo parecen asomar entre los edificios, y la calma empieza a apoderarse de todo.

Antes de entrar debes descalzarte y los pies ya toman contacto con el frío mármol de suelo. Después hay que lavarse las manos y cubrirse la cabeza. Los primeros pasos van acompañados de un leve aroma a incienso y flores, y ya empiezan a resonar lejanos los himnos sagrados.

Lo primero que ves es el Amrit Sarovar, el estanque sobre el que se alza el templo y que devuelve el reflejo dorado del santuario. Es el estanque el que da nombre a la ciudad de Amritsar, y es conocido por su poder purificador, por lo que es habitual ver a peregrinos sumergirse en sus aguas como un acto de renovación espiritual.

El camino que rodea el estanque es de mármol blanco, con intrincadas incrustaciones de piedra que cuentan historias sagradas. Pero, aunque todo lo que sucede alrededor es asombroso y cautivador, no puedes dejar de sentirte atrapado por ese majestuoso edificio cubierto de láminas de oro. Un oro que brilla bajo el sol punjabí representando la luz espiritual, el resplandor divino que, según los sikhs, habita en el interior de cada uno de nosotros.

Atravesar la pasarela que conecta con el templo es como hacer un viaje hacia la reflexión, hacia la calma. Es donde la opulencia del dorado contrasta con esa atmósfera espiritual y de paz. Poco a poco los kirtans, la música suave y meditativa te va envolviendo y por fin, entras en el interior, donde el Gur Granth Sahib, el libro sagrado de los sikhs, descansa en un altar. Todo huele a incienso, las paredes están adornadas con decoraciones y escrituras en pan de oro, y los cánticos, con esa armonía que parece desacelerar el tiempo, te hacen entrar en un estado de conexión con algo más profundo.

Pero este lugar aún nos aguarda más sorpresas. El langar, o la cocina comunitaria más grande del mundo. El lugar donde el SEVA (el servicio desinteresado), se hace realidad. Cientos de peregrinos se sientan, hombro con hombro, sin importar su casta, su religión, su estatus social, para comer. Un simple acto de compartir comida con otros nos recuerda la esencia de la igualdad que predica el sijismo, y voluntarios, incansables, ofrecen chapati, dal y arroz a todo el que acude.

Las últimas luces del día se van desvaneciendo, y el Templo Dorado parece brillar aún más bajo el cielo nocturno. La noche lo convierte en un lugar aún más mágico y especial si cabe. Es entonces cuando no hay nada mejor que sentarse en el frío mármol y en silencio observar ese refugio espiritual, lección de vida y de los valores del sijismo.