Los Surma y sus tradiciones ancestrales.

Etiopía es bien conocida por la gran cantidad de etnias, con estilos de vida ancestrales, que viven, especialmente, en el sur del país, y en concreto en el Valle del Omo.

Pero, al suroeste, frontera con Sudán del Sur y no lejos de Kenia, se encuentra el País Surma. Llegar hasta allí ya es toda una aventura, y se sale por completo de las rutas convencionales, centradas en la visita de otros grupos étnicos, mucho más accesibles, en el Valle del Omo. 

5 días para llegar desde Addis Ababba, a través de paisajes impresionantes, pueblos repletos de gente, bulliciosos mercados y esa sensación de estar en una tierra que pocos turistas visitan, por la curiosidad que despertamos a medida que avanzamos. El tramo final nos llevará por pistas de barro, impracticables según las fechas del año, que van cambiando a colores más rojizos. Un paisaje montañoso, de verdes cambiantes, son el preludio de un lugar muy especial, el hogar donde vive una de las tribus más fascinantes que se pueden visitar.

Una de las cosas que impactan cuando ves a los Surma, especialmente por primera vez, es su aspecto. Altos, delgados, con cuerpos fibrados y una mirada penetrante y desafiante. Una actitud que cambia en cuanto consigues sacarles una sonrisa. Pero qué quieres, son guerreros. Son un pueblo de pastores nómadas (ahora algo más sedentarios que en el pasado) que se han dedicado toda su vida a pastar con su ganado por territorios de pueblos vecinos y habitados por animales salvajes. Deben tener un aspecto temible para que otras etnias como los Toposa, los Jie o los Nyangatom no se los tomen a broma.

Organización social.

La forma como se organizan los Surma, es similar a la de otras tribus con el mismo origen. Se basa en el sistema tradicional de jerarquía por grupos de edad, en el que los ancianos pertenecen al grupo más importante y, por lo tanto, el que toma las decisiones más trascendentes para el grupo.

La división por sexos en los trabajos sigue estando muy presente en este tipo de sociedades.

Los hombres se encargan de la protección del clan, la familia y el territorio, y por supuesto, del ganado. Mientras que la mujer es una pieza clave, no solo para los Surma, sino en toda África. Las mujeres se encargan absolutamente de todo lo demás, que es mucho. Deben cuidar de los mayores y los pequeños, hacerse cargo de las tareas del hogar, que en este caso estamos hablando de recorrer kilómetros diariamente con el fin de ir a buscar agua y leña para poder hacer fuego y cocinar. También trabajan la tierra y venden o intercambian en los mercados algunos de los alimentos que obtienen de la misma. Y por último, son las que producen cerveza local, una bebida a base de sorgo muy consumida en territorio Surma y, nos atreveríamos a decir que, imprescindible.

Esta división del trabajo se observa ya desde pequeños, pues es muy común ver a niños pastorear con el ganado, y a niñas ayudando a sus madres en el cuidado de los más pequeños o cargadas con agua.

La importancia del ganado para un Surma.

Los surma son un grupo étnico de origen nilótico, y como tal, se han dedicado siempre al pastoreo. Para estos grupos étnicos, el ganado es de vital importancia, de hecho es lo que va a determinar la riqueza y el prestigio de un hombre y su familia.

Con las vacas se paga la dote a la hora de acordar un matrimonio, algo básico para un Surma, casarse. Y de ellas obtendrán leche y sangre. Y en ocasiones muy puntuales, su carne. Sin vacas no hay nada. Toda su vida gira en torno a cuántas vacas tengo o puedo conseguir.

De las vacas extraen la sangre, a través de un flechazo en la yugular del cuello del animal. Una punción exacta, con la que brotará la sangre que recogerán en una calabaza a modo de recipiente. Después tapan esa herida con barro y ceniza o hierbas que ayudan a su cicatrización y ya está lista para consumir. Esta tradición les permite obtener alimento del animal sin matarlo, especialmente durante los períodos en los que los hombres se alejaban de sus hogares con el ganado para que este encontrara pasto fresco.

Los matrimonios Surma

Surma son polígamos y tendrán tantas mujeres "oficialmente", como se puedan permitir. Todo dependerá de la cantidad de vacas que tenga, pues no solo debes pagar la dote por cada mujer, sino que además debes proporcionarle una casa.

Rituales y tradiciones

Una de las tradiciones más arraigadas y que definen a un Surma es el Donga. Se trata de la lucha entre hombres con la que prueban su fuerza y valentía. Durante el Donga, grupos de luchadores por parejas se enfrentan, completamente desnudos o, como mucho, con algunas protecciones en zonas como cabeza, brazos, espinillas y manos, con unas varas largas con las que intentarán golpear al contrario hasta caer rendido.

Hay que entender que, el evento va mucho más allá de una simple lucha para demostrar la valía. Participar en un donga te da estatus, y es casi una obligación para todos los jóvenes surma. No hacerlo podría suponer el rechazo de su familia y el de las mujeres casaderas.

Estética y arte corporal

Mientras los hombres demuestran su virilidad con el donga, las mujeres hacen honor a su feminidad a través de los platos labiales, al igual que también lo hacen los Mursi. Cuanto mayor es este, más bella se considera a la mujer. Se trata de una dilatación que se realiza en el labio, con platos hechos de cerámica, adornados por ellas y pintados en algunos casos, que con el tiempo se van haciendo más y más grandes. Las dilataciones también se hacen en las orejas, tanto hombres como mujeres, así como las escarificaciones. Las escarificaciones se realizan haciendo cortes en la piel y representan motivos tribales, bélicos o meramente estéticos.

Las pinturas corporales también son significativas, y algunas de gran belleza. A veces, incluso las acompañan de ornamentos florales, ramas o cualquier cosa que encuentren en el bosque y les guste. Las pinturas son de origen natural, y las consiguen a través de los distintos tipos de tierra que encuentran por la zona. Por ejemplo, con el ocre crean los tonos amarillentos, anaranjados y rojizos; en cambio, con el yeso mezclado con el agua obtienen el color blanco.

Para los hombres estas pinturas tienen toda una simbología. Originariamente, se pintaban antes de entrar en combate con un enemigo, en todo un ritual en el que los hombres dedicaban tiempo a pintarse unos a otros. Era una forma de intimidar al adversario, a la vez que creaba comunión de grupo. Ahora, los chicos jóvenes suelen hacerlo antes de un donga, o bien para pasar un rato entre amigos. También es fácil ver a los niños jugando e imitando a los mayores pintándose unos a otros, creando diferentes formas geométricas con las que demuestran una gran creatividad.

Desafíos contemporáneos.

Los Surma se enfrentan a grandes desafíos en la actualidad. La modernización y la expansión agrícola están amenazando sus tierras, e incluso, durante tiempo, el gobierno ha llevado campañas para acabar con estos modos de vida tan ancestrales. Sin embargo, siguen esforzándose por mantener ese modo de entender la vida frente a las presiones externas, mostrando, una vez, su gran capacidad de adaptación.

Convivir con los Surma durante unos días, es una experiencia única y fascinante, en la que te podemos acompañar en nuestros viajes al Corazón de África y al Pequeño Corazón.