Los Surma y sus tradiciones ancestrales.
Etiopía es bien conocida por las tribus ancestrales que viven allí, especialmente en el sur del país.
Al suroeste se encuentran los Surma, en la frontera con Sudán del Sur, llegar hasta allí es toda una aventura, saliendo de las rutas convencionales que se centran sobre todo en las tribus más accesibles del Valle del Omo.
Pistas de barro que van cambiando a colores más rojizos, y el paisaje verde y montañoso de zonas como Kibish, son el preludio, del lugar donde viven una de las tribus más fascinantes que se pueden visitar.
Una de las cosas que impactan cuando ves a los Surma, especialmente por primera vez, es el Kaláixnikov que llevan colgando del brazo. Durante la Guerra de Sudán, y debido a su proximidad a la frontera, algunos de ellos se alistaron en el ejército, pudiendo conservar de esta forma el arma, una vez terminado el servicio. La posesión de armas les ayuda a proteger su territorio, ya que en algunos momentos pueden entrar en conflicto con otros, como los toposa y los ñangatom, en la lucha por el territorio o el ganado.
Sus rostros acostumbran a ser expectantes y duros, pero nuestra relación durante años, llegando hasta territorio Surma, incluso cuando muy pocos se atrevían a entrar en sus tierras, siempre les arranca una sonrisa y hace que nos sintamos como en casa. Aunque con ellos, cada día es una aventura inesperada.
La forma como se organizan los Surma, es similar a la de otras tribus, se basa en el sistema tradicional de jerarquía por edades, en la que los ancianos son los que toman las decisiones más importantes.
Los hombres se encargan de la protección del clan, la familia y el territorio, mientras que la mujer es una pieza clave, no solo para los Surma, sino en toda África. Las mujeres se encargan absolutamente de todo, el cuidado de los mayores y los pequeños, las tareas del hogar, que en este caso estamos hablando de recorrer kilómetros diariamente con el fin de ir a buscar agua y leña para poder hacer fuego y cocinar. Las mujeres también trabajan la tierra y venden o intercambian en los mercados, algunos de los alimentos que obtienen de la misma. También producen cerveza local, muy consumida en territorio Surma.
Los hombres también se encargan de llevar a pastar el ganado, aunque es muy común ver a niños que se hacen responsables también de esta parte.
El ganado es de suma importancia para los Surma, al igual que para otras tribus, ya que no solo es una fuente de alimento, sino también de riqueza y prestigio para sus propietarios. De las vacas extraen la sangre, a través de un flechazo en la yugular del cuello del animal, es un corte seco, del cual brota la sangre, después tapan esa herida con barro y ceniza o hierbas que ayudan a su cicatrización. También beben la leche y en ocasiones muy especiales y puntuales, la carne.
Además, también son muy necesarias en el momento de acordar un matrimonio, ya que se utilizan como dote. Los hombres Surma son polígamos y tendrán tantas mujeres "oficialmente", como se puedan permitir.
El rasgo más impactante y que diferencia a los Surma respecto al resto, es la celebración del Donga y los platos labiales de las mujeres.
La Donga es una celebración realmente espectacular. Se trata de la lucha entre dos hombres, de zonas o poblados diferentes, cada uno de ellos sujeta un largo palo, y luchan hasta hacer daño al adversario, de una forma que este ya no pueda continuar el combate o hasta dejarlo inconsciente. Así se van haciendo luchas una tras otra, entre los ganadores de cada una de ellas.
Ellos van totalmente desnudos, con la única protección, de algunos pequeños protectores que se ponen en la cara, en los brazos o en las piernas, hechos de ropa y utensilios varios.
Hay que entender que este evento sirve para demostrar la valentía y consecuentemente la valía y el estatus de cada uno de los participantes. Normalmente, acostumbran a participar chicos adolescentes, o en edad de casarse, así que de ahí también dependerá su atractivo.
La ceremonia del Donga por eso, empieza mucho antes, ya que los luchadores van al río, se lavan, algunos de ellos se pintan, beben Cerveza local y empiezan sus cánticos de guerra, con los que realizan una entrada triunfal en medio de una gran esplanada, donde todo el mundo los está esperando expectantes.
Mientras los hombres demuestran su virilidad con el donga, las mujeres hacen honor a su feminidad a través de los platos labiales, al igual que también lo hacen los Mursi. Cuanto mayor es este, más bella se considera a la mujer. Se trata de una dilatación que se realiza en el labio, con platos hechos de cerámica, adornados por ellas y pintados en algunos casos, que con el tiempo se van haciendo más y más grandes. Las dilataciones también se hacen en las orejas, tanto hombres como mujeres, así como las escarificaciones. Las escarificaciones se realizan haciendo cortes en la piel, en este caso, con una hoja de afeitar, estas representan motivos tribales, bélicos o meramente estéticos.
Las pinturas corporales también son significativas, y algunas de ellas de una gran belleza, acompañadas de adornos florales o ramas, cualquier cosa que encuentren en el bosque y les guste, puede ser un accesorio de lo más peculiar. Las pinturas evidentemente son de origen natural, el ocre les da estos tonos amarillentos, anaranjados y rojizos, el yeso mezclado con el agua, da los colores blancos, y otros tintes obtenidos de la tierra. Para los hombres, estas pinturas originalmente se realizaban antes de entrar en guerra con el enemigo, todo un ritual de pintarse entre ellos, para sentir la unidad y para crear intimidación ante el adversario. Para las mujeres puede ser un ritual de belleza y fertilidad, así como el plato labial, y los niños imitan a los mayores, y juegan a crear diferentes formas geométricas, algunas de una gran creatividad.
Convivir con los Surma durante unos días, es una experiencia única y fascinante, en la que te podemos acompañar en nuestros viajes al Corazón de África y al Pequeño Corazón.
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