Por Tierras de Livingstone, Zambia, la gran desconocida.

La primera vez que estuve en Zambia, me impactó que un destino tan increíble y con tanto potencial no recibiera prácticamente turismo, estoy hablando de muchos años atrás y sigue igual a día de hoy, cosa que no deja de sorprenderme.

Y es que, no es de extrañar que Livingstone se enamorará de este destino, por encima de muchos otros que, ya por entonces, había recorrido.

Primero solo y después juntamente con su mujer Marie Livingstone y sus hijos, recorrieron gran parte de África, sus exploraciones sirvieron para cartografiar algunos de los lugares más inhóspitos de todo el continente.  Superaron ataques de animales salvajes, enfermedades, tener que dar a luz en medio de lugares recónditos con la poca ayuda de algunos curanderos y de la gente local. Muchos desafíos fueron encontrándose a lo largo de sus incursiones. 

A diferencia de otros exploradores, que solo les importaba el reconocimiento internacional, y los descubrimientos para ver la viabilidad de comercializaciones o explotaciones de los lugares, a cualquier precio. Los Livingstone eran conocidos por luchar contra la esclavitud, empatizaban con las necesidades y los derechos de la gente local. Aunque evidentemente el empuje y la obsesión de encontrar las fuentes del Nilo, era un motor que siempre acompañaría a Livingstone.

Después de ser el primer europeo en descubrir el Kalahari, Livingstone llegó al río Zambeze en el año 1851, su objetivo era comprobar la navegabilidad de esta gran artería, para abrir nuevas rutas comerciales. Posteriormente, y siguiendo las historias y leyendas de los zambianos, llegaría a las cataratas “Mosi oa Tunya”, el humo que truena, bautizadas y conocidas internacionalmente como las Cataratas Victoria, en el año 1855.

Cuando en nuestra ruta Por Tierras de Livingstone surcamos durante tres días las aguas del Zambeze llenas de cocodrilos e hipopótamos, pienso en cómo Livingstone tuvo que esquivar y hacer frente a estos. Desde nuestras canoas que nos permiten disfrutar de la naturaleza en su medio, respetamos a estos grandes, esquivándolos y dejando cierta distancia de seguridad para que no se sientan amenazados y los podamos observar, quedándonos boca abierta de poder estar en medio del Zambeze. Remando tan solo dos veces a favor de la corriente, nos dejamos llevar, y esto nos permite escuchar el sonido del agua, poder ver a los elefantes que se acercan a la orilla a primera hora de la mañana y al atardecer para beber agua, las aves que nos acompañan durante nuestro recorrido, y alguna águila pescadora que nos regala una caza inesperada.

Nuestras noches transcurren acampados en islas desiertas, donde la paz y la tranquilidad nos envuelven entre los sonidos de la naturaleza. Compartimos historias alrededor de la hoguera, gracias a la madera que recolectamos en el camino, y cocinamos a fuego lento, qué bien sabe la comida hecha al carbón. Y el más preciado de los momentos, dormir bajo el manto de un cielo estrellado que no conoce la contaminación, ni los ruidos...es como si de golpe nos hubiéramos trasladado a tiempos remotos.

Nuestro viaje nos lleva hasta uno de los Parques Nacionales más versátiles de toda África, Luangwa, llamado así por el río que lo cruza. Este Parque está dividido en dos partes, la inaccesible y desconocida North Luangwa y el prestigioso South Luangwa, donde hay uno de los mayores censos de leopardos de todo el continente.

En South Luangwa se realizan safaris a pie a primera hora de la mañana, con la salida del sol, para poder apreciar todo aquello que no podemos observar desde un vehículo y que tiene un gran valor y sentido en el ciclo de la vida. En la naturaleza todo tiene un sentido y una razón de ser. Huellas, excrementos, ramas caídas por el paso o alimentación de algunos animales, nos darán pistas para aprender y seguir los pasos de antílopes, elefantes, y otros. Haremos una parada a media mañana para tomar consciencia del maravilloso entorno que nos rodea, té, café, unas galletas y safari en vehículo.

Por la tarde, después de un recorrido en vehículo por el parque Nacional donde podremos ver manadas de leones, búfalos e incluso los difíciles y tan apreciados licaones (perros salvajes), nos pararemos para ver una imponente puesta de sol en el río Luangwa, en medio del Parque Nacional acompañando este instante de una cerveza o un refresco, nos prepararemos para el gran momento, el safari nocturno, nos taparemos, y guiados por un gran foco, iremos a la búsqueda de los leopardos, que con altas probabilidades encontraremos.

Visitar el Parque Nacional de Luangwa es una gran experiencia, no tan solo por la cantidad de animales que lo albergan, sino también por la alta calidad de sus guías y rangers, los cuales considero están al nivel de los tan valorados tanzanos y sudafricanos.

No es de extrañar que, tras todas las aventuras y desafíos de Livingstone en este desconocido y hospitalario país, su última voluntad fuese que su corazón permaneciera en tierras zambianas, mientras su cuerpo se trasladó a Westminster, en Londres.